martes, 12 de febrero de 2019

Sr. Troncoso

El mundo de la música está plagado de canciones cuyo título es un nombre propio de persona: La añorada Angie de los fósiles Rolling Stones; la ajena Noelia del portentoso Nino Bravo; Lucía, la corista de los hermanos Quijano, que quién sabe si estaría junto a la Lucía de Medina Azahara; la pobre Sara de Los Suaves, la enigmática Sara de El Último de la Fila y la dolorosa Sara de Revolver; el moderno Alejandro de Lady Gaga; la ausente Laura de Nek; la nitroglicerina y el GOMA-2 del querido Tino Casal, Eloise; Deliah, compañera felina del vocalista de Queen; Carolina, la dulce niña de M Clan; la archiconocida Layla, del maestro Eric Clapton o la Lola, famosa en medio mundo por los leoneses Café Quijano, por citar algunas.




Os prometo que yo quería hacer una playlist más o menos seria de canciones De Nombre Propio, pero llevo como 15 minutos y voy a parar antes de que se me rebele en plan Niebla. Lo que os quería argumentar con ella es que una gran mayoría de estas canciones con título de nombre propio hablan de amor, de sexo o son pachangueo. Podéis pararos a comprobarlo si queréis, quizá no lo hagan directa o explícitamente, pero las ideas generales que transmiten casi siempre acaban merodeando por alguna de esas plazas. Pero ya sabéis que para toda regla hay una excepción, y vamos a ponernos serixs con la de hoy.


La Sra. Canción


La canción que motiva el post de hoy, la obra maestra que motiva el post de hoy, debe ser y seguramente sea una de las excepciones a esa regla. Desde la siempre exuberante y fértil Sevilla, unos genios de obras intemporales emergidos a finales de los 70's marcan para siempre la historia de la música, y lo hacen interpretando Rock Progresivo con profundas raíces andaluzas. Esos tres genios conforman un grupo de Rock Andaluz llamado Triana, un grupo cuya voz y música se apagó en 1983 pero cuya llama sigue aún viva.

Esta de aquí debajo es una de sus canciones bandera y sólo os adelanto que lejos de tener una letra banal, la canción elogia a una figura más que cotidiana pero usualmente anónima y marginal.




Musicalmente la canción me parece una verdadera maravilla.  ¿Y a vosotrxs? ¿Ya la conocíais? Se trata de la séptima pista del segundo álbum del grupo, Hijos del Agobio (1977). La aclamadísima Sr. Troncoso, ¿o debería decir el aclamadísimo?

En esta pista de 3 minutos y 40 segundos con guitarras, percusiones, la voz de Jesús de la Rosa y sencillez Triana logra componer una canción sobresaliente que enfrasca gran parte de su esencia como grupo. Tengo que confesar que es una de mis canciones favoritas de la historia de la música y lo lleva siendo desde que los empecé a escuchar de refilón cuando aún era un crío.

Si bien me parece excepcional, esta canción de título de nombre propio no sólo me llena por la melodía, por la música, si no que también lo hace por su letra y por la cotidiana pero excepcional historia que narra. Y eso es lo que quiero contaros hoy: La historia marginal y atípica que se esconde detrás de ese título bautizado Troncoso.




La Historia


Portada del álbum Triana (1975),
finalmente conocido como El Patio.
Corría seguramente el año 76 del siglo pasado. Tele, Eduardo y Jesús, los integrantes del grupo Triana, ya tenía un álbum a sus espaldas. Un álbum que, a pesar de haber nacido como homónimo del grupo, con el tiempo fue conocido y renombrado como El Patio (1975) en clara alusión a la portada del mismo. 
Además de un álbum, los Triana también llevaban a sus espaldas varios conciertos y sus correspondientes y copiosas horas de ensayo. Para poder ensayar y guardar todos los bártulos necesarios para ello, el grupo se había hecho con un local cerca de la Plaza del Santo Pozo, en su Sevilla natal.



Una de las fachadas más famosas de
la Plaza del Pozo Santo, en Sevilla.
Foto de @vigiadeisbilya.
En su ir y venir a dicho local, los miembros del grupo se cruzaban con otros vecinos que paseaban por aquellas calles y plazas en el desarrollo de sus quehaceres y esparcimientos diarios en la siempre bulliciosa capital del Guadalquivir. Uno de estos transeúntes llamó -para mal- la atención de Jesús de la Rosa, vocalista del grupo. Se trataba de un hombre ya mayor que vivía en la calle sobreviviendo gracias a la caridad y a lo que podía ir sacando como guardacoches. Por aquel entonces la Plaza del Pozo Santo era un constante ir y venir de gente y coches que se desplazaban hasta el entonces hospital que podéis ver en la imagen de la derecha, y la labor del guardacoches era más que de agradecer.
La figura de aquel hombre de avanzada edad, sin un techo en el que guarecerse y muy frecuentemente en estado de embriaguez, impactaba a los miembros de Triana y les traía a la mente los comentarios y juicios tempranos que a todxs nos vienen al ver a una persona de esa edad en ese estado. 



¡Eh! ¡Amigo! ¿Cómo estás esta mañana?
¿Recuerdas algo de lo que te ocurrió ayer?
Ya se que no te importa,
te llueve por la noche,
caminas todo el día



Como Jesús de la Rosa, autor de la canción, relató en una entrevista unos años después (concretamente en 1979) a base de pasar por aquella plaza y de coincidir con aquel "viejo borracho", llegaron a entablar conversación. Una conversación que enterró todos sus prejuicios: "...pero cuando fuimos conociéndole, y ya hablamos con él, nos dimos cuenta de que era una persona que tenía un punto de vista sobre la vida que no tenía nada que ver con lo normal."


y vas en busca de tu ser.
En tus labios brilla una sonrisa
que penetra en lo más hondo de mi ser.
Ya sé que no te importa,
tú tienes que seguir,
tú debes conseguir
que nada te ate a aquí.


Aquellas conversaciones de un artista tan sensible como era Jesús con ese hombre que vagaba y malvivía por los márgenes de la sociedad echaron abajo todos los prejuicios del artista. La apariencia dejada de aquel hombre, su forma de vida ajena a toda conducta social y su aparente desdén incluso hacia su propia vida cobraron sentido una vez fueron desafiados los prejuicios con caras y palabras.
Jesús descubrió en aquel hombre una forma de ver el mundo que le impresionó. Una forma de ver el mundo clara, sin ataduras, donde el todo está más cerca de la nada material y donde la realización personal no se alcanza conquistando metas, si no siendo como deseas ser. Una visión del mundo la de ese paria de la sociedad que haría cuestionarnos quiénes son los insignificantes en este mundo: los que pasan de todo tipo de conductas sociales muchas veces incomprensibles e incoherentes o los que, por inercia y con más o menos éxito, están sujetos a ellas.


En tu mente ya lo pones
todo tal como ha de ser.
Sigue luchando y podrás lograr
al fin tu ser.





Leopoldo Troncoso Narváez


La canción de hoy no sólo tiene nombre propio, si no que tiene también apellidos, rostro, familia y eso a lo que solemos llamar vida. La historia completa de este hombre la podéis leer en el post al que lleva este link, que es el que hace ya ocho años investigó y se pateó Sevilla para ponerle cara al Sr. Troncoso. 


Leopoldo Troncoso Narváez en
1975, 
el día de su boda. (Foto
de Dª. 
Rosario Troncoso
Narváez).
Rápidamente os comentaré que este hombre fue legionario, operario en una fábrica de tejidos, el tercero de cinco hermanos y el padre de dos. Pese a todo ello, Leopoldo nunca pareció encontrarse a gusto en ninguna de sus etapas vitales y todas las iba alejando de él mismo a base de vino o directamente las abandonaba de forma abrupta, hasta que no tuvo más compañía que la estatua de la plaza de la Gavidia en cuyos bancos solía dormir.



Monumento a Daoiz, compañero
asiduo de Leopoldo en la plaza
de la Gavidia.
Dice el autor del post que dio a conocer esta historia que Leopoldo murió sin saber que había sido la inspiración de Jesús de la Rosa para crear una de las más bonitas canciones del Rock Andaluz. O al menos, de haber sido consciente, a nadie se lo dijo. Pero esta es la era de la desinformación, y a veces Internet sirve para cosas muy bonitas. En los propios comentarios de ese blog, una persona cuenta que, siendo él un niño, solía salir a jugar a la plaza donde el Sr. Troncoso hacía parte de su vida callejera. Leopoldo interactuaba ocasionalmente con ese niñx y con sus amigxs y les contaba mil historias, pero claro, lxs críxs no se creían ni una. Una de esas historias, cuenta esta persona hoy, era la de cómo los entonces populares Triana habían escrito una canción en su honor, en honor de aquel viejo borracho.

Una vez más, fue tomado por loco. Quién sabe si la rueda volvió a echar a girar.




¡Ojalá os haya gustado! Tanto si sí, como si no, me lo podéis decir o bien aquí en los comentarios o bien a través de Instagram (@aplicatealrock), de Twitter o de la página de Facebook de AAR(&).
 

1.560 palabras
y qué buena historia
para llevar en la piel.

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